El sXVIII trae la primera revolución industrial que hará de la ciencia un elemento mucho más destacado de lo que fue en anteriores siglos, es así que ciencia y producción industrial forman parte fundamental de la reestructuración política, espiritual, económica y educacional. En este contexto florecen grandes científicos como Cuvier, Buffon y Linneo, quienes influirán grandemente en la teoría evolutiva del próximo siglo. La medicina y las concepciones biológico-espirituales siguen diferenciándose lentamente y se comienza a intuir la importancia de la organización para la vida. La psiquiatría surge como nueva rama gracias en parte a los primeros conocimientos sobre el cerebro y sus funciones. La alquimia comienza a despojarse de sus aspectos místicos y astrológicos para constituirse en química con la teoría del flogisto y posteriormente su reemplazo por el concepto de combustión. También se descubren gran cantidad de elementos gracias a las nuevas técnicas usadas, entre esos elementos figuran el hidrógeno, el oxígeno, cloro, manganeso, etc., además de la composición molecular del agua, la proporción de gases atmosféricos y la determinación de las primeras relaciones estequiométrica.
Algunos de los más destacados químicos de esa época fueron Cavendish (descubrió la composición de la molécula de agua), Priestley (experimentó con el oxígeno y su importancia para plantas y animales), Mayow (formuló la teoría del flogisto), Ingenhousz (descubridor de la fotosíntesis), Lavoisier (genial químico que formuló la teoría de la combustión e impulsó la teoría de los elementos, nombró algunos de ellos, y formuló la nomenclatura química tradicional, entre otras cosas… desgraciadamente murió guillotinado por “brillantes” mentes políticas).
Otra disciplina científica que floreció entre los siglos XVI y XVIII y con nuevos criterios y aportes es la sistemática, fundamentalmente la botánica. Hasta aquí los mayores y mejores aportes venían desde siglos atrás con Aristóteles y Plinio y casi todas las especies descriptas y nombradas eran aquellas con alguna importancia para el hombre y clasificados según los sistemas considerados artificiales en virtud de ser categorizadas según sus utilidades o características arbitrarias; en contraposición a ellos las nuevas categorizaciones naturales respondían a las similitudes entre las especies, siendo en las plantas, aceptada la flor como carácter más importante. Gracias a Cisalpino (estudia la anatomía vegetal), Jungius (importante precursor de Linneo), Bahuin (funda los sistemas de clasificación naturales), Pitton de Tournefort (quien define nuevos taxones superiores a la familia y al género como importante en la jerarquía taxonómica), Camerarius (descubre que las plantas tienen órganos sexuales), Ray (botánico y zoológo, excluye los animales fantásticos incluídos desde siempre en los tratados de zoología)
Linneo, marca un antes y un después en la forma de categorizar los grupos de organismos, con su nueva forma de clasificación, el establecimiento del género como un nuevo taxón y su nomenclatura binaria abre las puertas para nuevas formas de comprender la naturaleza. Gran coleccionista y sistemático brillante publicó varias ediciones, cada vez más completa, de su “Sistema Naturae”, y publica también una obra póstuma de su amigo y zoólogo Artedi. En su clasificación considera a la flor y sus estructuras como base de su sistemática (criterio que se usa hasta la actualidad), tomando como fuente a Camerarius. Si bien la sistemática de los animales no resulta tan buena, completa y revolucionaria como la de las plantas contempla también en ella el concepto de género. Es importante resaltar que Linneo fue muy observador de cómo las especies cultivadas llegan a ser lo que son por obra del hombre, esta observación volverá a despertar a otro gran biólogo, Charles Darwin, 100 años después.
Su nueva forma de ver la naturaleza promovió el excursionismo y personas comunes se hicieron expertas identificadoras de vegetales, insectos, aves, etc.
Otro gigante de los mismos tiempos de Linneo fue el francés Buffon, quien con su Histoire Naturelle, obra en la cual plantea ideas sobre el origen de la vida que influirán en la próxima gran revolución de la ciencia, la teoría de la evolución darwiniana. Su obra literaria sobre distintos aspectos del mundo natural fue variada y extensa abarcando geología, astronomía, ornitología, entomología y muchas otras ramas, siendo acompañado por grandes científicos de la época, concentra en su obra esos conocimientos y logra darles un cuerpo coherente y completo que será la base de una nueva visión del mundo natural. Estructura una teoría sobre el origen del sistema solar, la Tierra y la Luna que, en muchos aspectos sigue siendo válida aún bajo los conocimientos actuales y estima una edad para la Tierra en base al calor interno de ésta, datándola en varias decenas de miles de años. Acepta la transformación de las especies a lo largo del tiempo pero no se define a favor ni de la generación espontánea ni del creacionismo. Gracias a estas ideas surgieron importantes hombres de ciencia posteriores, como Cuvier y Lamarck. No es arriesgado asegurar que sin Buffon la ciencia desde el siglo XIX, hasta la actualidad no hubiese florecido como lo ha hecho.
René Antoine Ferchault de Réaumur, Albrecht von Haller, Caspar Friedrich Wolf, entre varios otros, fueron sólo algunos de los más destacados hombres de ciencia del sXVIII que aportaron al avance en la fisiología, zoología, botánica, y otros campos de la ciencia. Mencionaré además a otros tres científicos de ese siglo y a sus trabajos experimentales por ser particularmente llamativos. Uno es Spallanzani, un gran científico experimental quien fue el primero en presentar pruebas contundentes en contra de la generación espontánea y haber realizado la primera fecundación artificial de un mamífero. El otro es Kólreuter, fisiólogo que estudió la fecundación en vegetales y realizó experimentos de cruzamiento muy similares a los de Mendel. Por último Sprengel, quien también experimentó con la fecundación de las plantas, observó las adaptaciones que las plantas desarrollan para ser polinizadas por los insectos, conocimiento que Charles Darwin rescató e integró a su teoría.
El sXVIII también fue bastante fecundo para la astronomía y alguno de sus exponentes fueron Bradley quien estudió la aberración de la luz y el pequeño bamboleo que sufre el eje terrestre y que influye en las observaciones astronómicas. Herschel descubrió el planeta Urano, hito que permitió expandir los límites del sistema solar; cartografió la bóveda celeste y teorizó brillantemente sobre la forma y tamaño del universo y nuestra ubicación en él, entre otras cosas. Lagrange y Laplace consideraron y calcularon los movimientos e interacciones planetarias y las influencias en sus órbitas a tal punto que con la obra de Laplace, “Tratado de la Mecánica Terrestre”, se considera que ¡se llega a la culminación de todo lo que se puede conocer sobre gravitación universal!, algo envidiable y sobrecogedor… Bode, quien descubrió una regla de las proporciones de las distancias de los planetas al Sol (sobre la cual he escrito el artículo “Por qué no somos los únicos” en este mismo blog). Algunos otros astrónomos fueron Henderson, Bessel, Fraunhofer, etc.
La astronomía de los siglos XVIII y XIX dan otro gran aporte al conocimiento humano de nuestra insignificancia en el universo, cuando gracias a los estudios de Doppler y Fizeau sobre la velocidad de la luz y las variaciones en la longitud de ondas debido al desplazamiento de los cuerpos que las emiten, se logran descubrimientos fabulosos sobre el movimiento de los cuerpos celestes y una conclusión no creíble para aquellos tiempos, pero sobre la que se presentarán pruebas irrefutables un siglo después… ¡el universo está expandiéndose!.
El sXVIII también contempló los grandes viajes de exploración en todo el planeta, con consecuentes avances en la cartografía y la geografía física y el estudio de las condiciones meteorológicas a nivel mundial que permitió el surgimiento de la meteorología. El estudio del magnetismo terrestre permitió explicar las auroras boreales.
La paleontología y la geología producen una revolución que en conjunto delinearon los fundamentos de la teoría evolutiva de Darwin-Wallace. Hutton, con su teoría de Tectónica de Placas, Buffon, del cual ya comentamos y Werner, quien establece una relación entre estratos geológicos, fósiles y edades geológicas y un cambio gradual de fósiles. Humboldt aporta conocimientos de exploración de todo el mundo y reinicia la fitogeografía.
Con los viajes de exploración del sXVIII se desarrolló la cartografía, los métodos de medición de las distancias terrestres, la meteorología y las mediciones y registros de vientos, precipitaciones, temperaturas estacionales, latitudinales y altitudinales, etc.
Cuvier, Lamarck, Hutton, Buffon, Warner y otros geólogos, biólogos y naturalistas en general transforman la forma de ver a la Tierra y la naturaleza desde eternamente inmutables a contínuamente variables, la evolución y los cambios pasan a ser los fenómenos fundamentales para comprender todo.
Los descubrimientos de fósiles y estratos geológicos reavivan una y otra vez las discusiones entre catastrofistas, lamarckistas, fijistas, creacionistas y evolucionistas y permiten comenzar a armar un cuerpo teórico coherente entre varias disciplinas. Todo comienza a encajar.
Las ideas de mutaciones heredables de investigadores como Félix de Azara y Hugo De Vries comienzan a bosquejar una solución al por qué de los cambios en los individuos, de hecho Cuvier y Darwin tuvieron en cuentas las ideas de Azara.
Jean-Baptiste Lamarck, sistemático fuertemente influído por Buffon, quien a pesar de ser un creacionista y abogar por la generación espontánea logró bosquejar una teoría evolutiva que le permitió realizar el primer esquema filogenético para aclarar cuáles eran las relaciones entre los grupos de organismos. Contempla la evolución regresiva y progresiva y la herencia de caracteres. Sin duda un aporte que sería muy beneficioso pero poco aprovechado y difundido fue su formulación de los mecanismos evolutivos, la teoría evolutiva lamarckiana, hasta que fue superada por la teoría darwiniana.
Cuvier, otro investigador francés excepcional, aunque arrogante. Marcó las bases para que la anatomía comparada floreciera y diera herramientas incomparables a la paleontología, la antropología y al entendimiento de la evolución biológica. Modificó la sistemática linneana en base a sus conocimientos de anatomía comparada y escribió un libro referido a las extinciones sucesivas y causadas por cataclismos, seguidas de refundaciones de las especies supervivientes, una visión de extinciones y creaciones sucesivas. Consideraba que los cuatro reinos reconocidos por ese entonces eran independientes entre sí y sin ancestros comunes, mientras que otro sabio de la época, Saint-Hilaire proponía lo contrario, por lo que todo esto dio mucha tela que cortar en años sucesivos, y resultó siendo un aporte importante para la ciencia del sXIX.
Finalizando el sXVII la Edad Moderna da lugar a la Contemporánea, y la ciencia tuvo un gran papel en ello. El Antiguo Régimen cae y las monarquías y la iglesia deben ocupar nuevos lugares, ya no tan privilegiados. El sXIX se caracterizó por los tiempos de la ciencia hecha tecnología como nunca antes se la pensó, lo cual dio lugar a la industrialización, la ingeniería aparece importantemente, las industrias impulsan el desarrollo de la química, la física mecánica e hidráulica, siendo la teoría atómico-molecular, la termodinámica, la teoría electromagnética algunos de los grandes avances sucedidos en el conocimiento científico. La infectología y la medicina en general resurgen vivamente (Pasteur y Koch son dos importantes investigadores de esta época), los ignorados trabajos de Mendel darán lugar más adelante, cuando sean redescubiertos, a la genética. En fin este siglo desborda con avances en muchas ramas de la ciencia que afectan grandemente a la sociedad completa, además de ser el científico lo más célebre y reverenciado, como un símbolo del conocimiento y el progreso humanos. Sin duda una hermosa época para los hombres de ciencia.
Bibliografía consultada
Parés, Ramón. 2004. Cartas a Nuria sobre la historia de la ciencia. Córdoba. España.